En la ciudad de Funes, provincia de Santa Fe, se publica semanalmente "La Verdad Funense", un semanario donde por dos números consecutivos /28-5-2010 y  4-6-2010) Hugo Marino (dueño de la Editora donde se hace el semanario) ataca el uso de la palabra “discriminación” para justificar el pedido de trato igualitario ante la Ley Nacional de Matrimonio Civil. Le responde en esta Nota Cecilia Marina, quien seguramente no tuvo probabilidad de hacer conocer su opinión al resto del pueblo de Funes.

Respuesta:

Señor, la palabra discriminación no se “idolatra” a modo de uso excesivo, sino que se “utiliza” como respuesta al “abuso”. Al abuso de quienes creen que las personas se catalogan según su color de piel y condición social, según la plena utilización de sus capacidades motrices o psíquicas, según sus preferencias sexuales, básicamente según todas aquellas cosas que a la vista de quien emite el juicio… le son ajenas.

 

Lamento informarle (lo lamento porque quisiera vivir en una sociedad en donde no debería tener que aclarar estas cosas) que los seres humanos nos caracterizamos por la diversidad, sí la diversidad o también llamada variedad, pluralidad… esas palabras que tanto asustan y parecen ofender a quienes consideran que existe un modelo de persona “ideal” al cual todos debemos de responder.
Sus opiniones sobre el tema particular del matrimonio igualitario (porque no es el matrimonio “homosexual”, ya que si me permite instruirlo, también abarca transexual, bisexual, etc.) son fundadas desde su propia e intima ideología religiosa; lo cual esté en su entero derecho salvo, por la desgracia de que las reproduce de manera pública, a razón despectiva, racista, discriminatoria y xenofóbica.
Como usted sabrá existen muchas religiones, cada cual con la potestad de regirse mediante los dogmas que su historia les haya legado, y cada una de ellas igual de importante que la siguiente (ya que no podemos constituir a la humanidad en su totalidad a responder  a una ideología mística determinada por el fundamento de la cantidad de sus miembros, usted entiende que las creencias propias de cada ser son extremadamente intimas y respetadas “siempre que ellas no signifiquen un menoscabo a un tercero”) ; así como cada religión profesa distintas doctrinas, cada persona esta capacitada y facultada para ejercer aquella que mas se le adecue. Motivo por el cual, su pensamiento difiere de manera abismal con el mío y así con el de otros, pero eso no significa que sea menos importante.
Por consiguiente nuestros diputados y senadores que son los representantes naturales del pueblo deben de legislar para la nación, una nación en la que conviven distintos tipos de corrientes, teniendo en cuenta que no se debe de gobernar mediante la religión, puesto que de lo contrario deberíamos de dividir el país según nuestras creencias, así todos estaríamos representados…; viendo esto, deben de utilizar los principios legales fundamentales, tales como la IGUALDAD, y déjeme decirle que no son restrictivos, no son selectivos y muchos menos son prejuiciosos. Ya que los derechos nos pertenecen a todos, y la palabra “todos” no acepta un detrimento en tu carácter de universal.
No debe de ser algo para tomarse tan a la ligera, como usted procura, el acto discriminatorio, ya que los gobiernos del mundo han visto la necesidad de regular este hecho tan aberrante como tristemente ignorado.
Respeto su posición, pero no comparto, ni respeto su intolerancia. Quien no es igual a usted, tanto físicamente como psíquicamente, quien no comparte sus gustos sexuales, quien no es semejante a su “ideal” de persona, NO deja de serlo.
La discriminación es un acto doloso y corolario de la ignorancia colectiva, todos podemos ser victimas de ella; es por eso la necesidad de suprimirla.
El hecho de tener que discutir si un ser humano tiene los mismos derechos que otro, es INCONSTITUCIONAL, mas aun decidirlo sobre algo tan intrínseco a la intimidad como lo es su sexualidad. Diferenciar y decir que alguien es mejor que otro, y por ende más digno de ser titular de los derechos humanos, abre la puerta de que un grupo de personas puedan juzgar a otro de inferior y la historia nos demostró los monstruosos episodios que pueden devenir de ello.
Espero esto haya servido para hacerle comprender la importancia de la palabra “discriminación”, que comprenda que al una persona esgrimirla no está dramatizando un acto, sino que está señalando un despotismo.


Cecilia Marina
32.539.608